De democracias, a democracias
Por Efrén Ortiz Alvarez
Una democracia indirecta (también cono conocida como democracia representativa) es un régimen político en el que se reconoce al pueblo como principal fuente de poder, pero el gobierno se delega en varios órganos representativos cuyos miembros son elegidos por la ciudanía; es la principal forma de participación política en los estados modernos (incluido nuestro país) y su se esencia radica en promover la participación indirecta de los ciudadanos a través de la elección de sus gobernantes.
Este tipo de régimen es el heredero natural de la democracia directa, también conocida como “democracia de los antiguos”, aquella forma de organización política cuyo nacimiento suele identificarse a finales del siglo VI a.C., en Atenas, y a través de la cual, las principales decisiones atinentes a la vida pública son iniciadas, tomadas y ejecutadas directamente por los ciudadanos.
Ambas manifestaciones de la democracia encuentran sus oportunidades. La democracia directa funciona mejor en pueblos pequeños con ciudadanos activos, resultando generalmente inviable en una gran metrópolis. La democracia indirecta permite una gestión más flexible y operativa, que está a cargo de funcionarios experimentados elegidos por el pueblo. Cualquiera que sea la forma de democracia, siempre se basa en la voluntad de sus ciudadanos. Para que la democracia directa funcione de manera efectiva, los ciudadanos deben estar bien educados, interesados y activamente involucrados en la sociedad.
Sin embargo, aún y cuando la democracia representativa ha resultado una vía que hace mucho más práctica la participación del pueblo en el destino de los asuntos públicos, la demanda de una mayor participación por parte de la ciudadanía ha motivado que diversos estados, sin importar sus extensiones demográficas, exploren la instrumentación de mecanismos de democracia directa, resultando en la aplicación de ambas formas de democracia al mismo tiempo. Por ejemplo, muchos estados utilizan un sistema de iniciativa legislativa y consulta popular, que son una forma de democracia directa.
En México, incluso, recientemente tuvimos la primera gran experiencia a nivel federal con la consulta para la revocación de mandato, que aún y con sus críticas, en la formalidad se alinea con una práctica que cada vez es más común en las democracias moderas. Justamente, este fin de semana Túnez celebró el primer referéndum de su historia, con el que se ha pretendido elegir una nueva Constitución; y tan solo este año, países como como Serbia, Bielorrusia, Suiza, Uruguay, Hungría, Dinamarca, Kazajistán e Italia, han celebrado ejercicios que se basan en el principio de democracia directa.
En última instancia, lo realmente importante es que cualquiera que sea la forma de democracia, siempre debe basarse en el principio de interdependencia y limitación mutua de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, para evitar que los burócratas se excedan en sus poderes; pues sería igualmente preocupante que los mecanismos de democracia directa sean introducidos, ya no con el propósito de desahogar las exigencias o potenciar los mecanismos de participación ciudadana, sino con la intención fundamental de ser empleados como instrumento político de control y propaganda. Usted Juzgue.
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