Lo que el viento se llevó
- #LaNoticiaEs
- 24 jun 2024
- 3 Min. de lectura

POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
Al igual que en los países surgidos de una revolución, los movimientos progresistas en Hispanoamérica han dado origen a sociedades culturales nuevas, diferentes, que van en busca de un futuro cimentado en ideales, perfilado en causas, en proyectos, en demandas colectivas orientadas a cambiar la realidad de los que menos tienen. Así fue la revolución francesa, la rusa y la mexicana. De una u otra manera, lo lograron, no sin sufrir las acciones de quienes se oponen, de los adversarios que se resisten a perder sus privilegios.
La Rusia de los zares, la Francia de la monarquía y el México de los científicos de don Porfirio fueron sociedades construidas sobre el dolor y la sangre de los desposeídos, de los miserables y de los que solo tenían como futuro la pobreza, la miseria y esperar la muerte como premio a su abnegación. No hay pueblo que aguante tanto, tomaron las armas y se atrevieron a fundar otra realidad, algunas de ellas como la rusa, tremendamente cruel. Al final, lo único cierto es que no hay marcha atrás, nadie puede detener la historia.
México no es ajeno a las transformaciones del mundo; en ocasiones hemos llegado tarde, en otras hemos avanzado tomando la vanguardia; el resultado es que sumamos conquistas que no han estado a la altura de los reclamos de quienes fueron los promotores del cambio. Los dirigentes han quedado a deber al pueblo que los llevó al poder, el que los eligió para guiar el destino nacional. Así ocurrió con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), llegó el momento del Partido Acción Nacional (PAN), se alternaron en el ejercicio del poder, empoderaron a sus grupos políticos, se echaron a los brazos de quienes debían combatir y se olvidaron del sufrido como esperanzado pueblo.
Corrompieron tanto el poder público que hubo momentos que los desposeídos no alcanzaron ni migajas de la riqueza nacional, mientras unos pocos se la llevaron a manos llenas. Tanta riqueza mal habida que ni en dos generaciones seguidas de esas familias se la acaban. Por asombroso que parezca, los saqueadores del dinero público, ninguno, ha perdido su respetabilidad. El cinismo instaurado en lo más alto de la sociedad, la alcurnia surgida del atraco a la nación. ¡Ellos pagar impuestos! ¡cumplir con la legalidad! ¡atender la desigualdad social! Pero que te pasa pendejo, eres un naco, cómo te atreves.
Ese mundo de la apariencia, de la corrupción como forma de vida y de generar riqueza se tambaleó desde las elecciones de 2018, el gobierno de Andrés Manuel López (AMLO) lo hizo público, mostró los excesos, el pueblo se indignó, confió en él y en las elecciones de 2021 repitió la dosis ganando la mayoría en la cámara de diputados y así llegamos a las elecciones de 2024, por extraordinario que parezca, el llamado al cinco de cinco funcionó, fue un mensaje al ciudadano, una forma emotiva de pedir su voto, su confianza. El pueblo siguió a su líder y le ratificó la mayoría legislativa para que termine de consolidar lo iniciado.
El pueblo bueno cumplió. El PRI y el PAN han finalizado su ciclo. Los opositores a la 4T tienen la oportunidad de crear un nuevo partido. No es su oportunidad, es su única oportunidad. Seguir con su estrategia de medios alimentada con falsedades no es el camino. Morena y la 4T tienen liderazgos nacionales para la continuidad, la derecha no, no tiene ninguno. Por más que se resistan están obligados a entender que el 2 de junio, AMLO, Morena y Claudia Sheinbaum no ganaron el gobierno, ganaron un cambio de régimen.
Comments