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Los invitados a la fiesta de Delfina



POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA

Lo más seguro es que ahora los papeles se inviertan y sea Delfina Gómez Álvarez, la casi inevitable candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México, quien cuente con todo el apoyo de Palacio Nacional y de los gobiernos estatales, encabezados por gobernadores morenistas.


En el Congreso Nacional del partido guinda, la maestra y actual senadora se llevó la ovación, lo que muestra la unidad y aceptación de su candidatura entre la militancia morenista. Es decir, el proceso de las encuestas funcionó y su resultado no dejó dudas sobre la preferencia hacia su nominación.


El resultado de las encuestas fue una normalidad dentro del morenismo, desechando los rumores sobre un rompimiento interno por la disputa de la candidatura. Digamos que eso es bueno y relevante hacia el interior, pero viene un segundo momento que es convenir la unidad para salir a campaña.


El grupo derrotado en las encuestas, tiene un peso particular e importante en la operación político-electoral y espera la oportunidad de hacerlo valer en la mesa de negociación interna. El riesgo para ellos es que no cuenten con la confianza de la candidata y su equipo. Por ello, es decisivo llegar a un acuerdo donde prevalezca el respeto a lo que cada uno representa.


Desde fuera, no había duda que Delfina iba a ganar la encuesta. Su adversario más cercano no fue derrotado por ella; es más, la maestra no compitió contra él. Fue la estrategia del propio Higinio Martínez la que lo llevó a tener un resultado negativo. De esta encuesta deben tomar nota Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.


Una cosa es lo que están haciendo y otra si el esfuerzo está dando los resultados esperados. Está demostrado que de nada sirven cientos de reuniones sin ton ni son, pura pérdida de tiempo y nada más. No hay vuelta de hoja. Si sus equipos se equivocan, simulan o temen dar sus opiniones por el posible enojo y el riesgo de exclusión del aspirante, la encuesta será negativa y ante eso no hay vacuna.


Por más que se alegue y se ofrezcan escusas no va a funcionar. Acá el senador tuvo todo para hacer lo conveniente y efectivo y se equivocó. Probablemente, muchos de los que acudían a sus reuniones lo veían como dador de candidaturas futuras y se limitaron a cumplir a estar presentes, aplaudir y echar unos gritos de apoyo y hasta ahí. No hicieron más, se limitaron a cumplir con el requisito de estar con el líder nada más por no dejar.


Eso es grave porque solo es simulación, pero más lo sería si no tuvieron la claridad de cómo hacer ganar al senador. Seguramente, existe gusto, emoción y hasta satisfacción por tener el control del Comité Ejecutivo Estatal de Morena. Pueden suponer que eso es suficiente para tener acceso a las candidaturas que vienen en 2024.


“yo te apoyé, yo te cumplí, ahora me la debes”. Incluso, pueden pensar que ya ganaron aun cuando pierda la candidata. Para algunos, es más conveniente perder la gubernatura al fin que ellos ya tienen el control del partido y, sin gobernadora que obedecer, sería el senador el todopoderoso en la repartición de candidaturas.


Ese es el riesgo que corre Delfina.


La única opción para evitar los daños internos, es que no se cierren los morenistas. Muchos grupos pueden tener la intención de apoyar, pero si les bajan la cortina en Morena se van a ir a otro lado.


Existe una diferencia entre tener posibilidades de ganar y otra en ser los ganadores. La arrogancia también lleva al fracaso.



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