POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
No, no es gratuito ni fortuito lo ocurrido en el escenario político nacional. La fortaleza del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el alto nivel de aceptación hacia su persona, el impacto de las obras magnas mejora su posicionamiento en el ánimo de la población, al menos, en los estados de sureste de México que, siendo los territorios más ricos del país en cuanto a recursos naturales, eran los más castigados. Antes de la administración morenista estas entidades federativas registraban números negativos de crecimiento abismales. La presencia federal y sus acciones directas en cuanto a la generación de empleos han disminuido los niveles de pobreza, marginación y olvido.
Los programas sociales en beneficio de la población, sobre todo a los más necesitados, han logrado un impacto positivo nunca visto en la historia del país. La atención a los jóvenes, el programa de becas a estudiantes de menores recursos, el incremento salarial a la clase trabajadora como nunca antes se había registrado, la entrega directa de los beneficios a la población por la presencia de desgracias provocadas por la naturaleza (Tabasco, Oaxaca y Acapulco), la ayuda al campo sin intermediarios y el significativo incremento a los maestros sobre sus percepciones, constituyen acciones que fortalecen la popularidad del presidente AMLO, su gobierno y su partido.
Todo esto suma a la campaña de la candidata de Morena a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo. No hay, ni entre sus feroces detractores, encuestas que registren un escenario negativo para su triunfo el próximo 2 de junio del histórico 2024. Será la primera mujer en ocupar la presidencia del país y la primera mujer de izquierda en serlo. Toda parece indicar que las cosas van bien para la continuidad de la 4T, pero eso es el parecer de los simpatizantes, militantes y líderes, incluido el presidente AMLO, de Morena. Afuera existe una movilización bien orquestada para detener, a como dé lugar, lo que parece inevitable. Vienen tiempos oscuros para México por las acciones que están poniendo en marcha la derecha, la ultraderecha, la ambiciosa aristocracia que quiere de regreso sus privilegios.
Ellos piensan diferente y actúan en consecuencia. ¿Cómo que combatir nuestra corrupción? ¿cómo esta eso de ayudar a los pobres? ¿cómo es eso de dar y tirar dinero en bien de los jóvenes, si esos son flojos que ni estudian ni trabajan? ¿cómo esta eso de dar apoyos a los jodidos campesinos si por eso matamos a Zapata y al forajido de Villa? ¿cómo esta eso de ayudar a los viejitos si ya se van a morir? ¿cómo que pagar más a los maestros si nosotros queríamos enterrarlos con nuestra reforma educativa? y ¿qué sentido tiene hacer obras en Oaxaca, Chiapas, Campeche y Veracruz si en la miseria los teníamos bien contralados? Y nos preguntan por qué estamos encabronados contra este naco, este pinche tabasqueño, este pejelagarto, cabeza de algodón, este viejo guango.
Es lógico que, frente a este escenario de odio, la señora Xóchitl haya realizado una gira a los Estados Unidos para denostar al gobierno de la 4T y pedir la intervención gringa para detener al que llaman dictador mexicano. Su tema de fondo es la inseguridad y la presencia del crimen organizado. En consecuencia, van a seguir los montajes, como el burdo señalamiento de que el cártel de “los Zetas” financió la campaña de AMLO en 2006.
Hasta ahora les han fallado todas sus estrategias, pero eso no los va a desanimar. Serán más creativos en articular campañas de desprestigio contra AMLO, incluso no se puede descartar un atentado desesperado contra la candidata morenista.
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