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¡Qué barbaridad!

#LaNoticiaEs


POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA

Si, así fue mi estimado Eder; por una distracción, me equivoqué, en lugar de escribir Moctezuma Xocoyotzin, puse Cuauhtémoc Xocoyotzin. Los dos fueron tlatoanis destacados durante el dominio mexica, en particular el primero, pero tuvo la desgracia de ser el que recibió a Hernán Cortés a las puertas de Tenochtitlan. Dejó que entraran los europeos y sus aliados indígenas sin presentar batalla y ya no pudo salvar a su pueblo.

 

En algún momento, Moctezuma tuvo informes sobre la presencia de Cortés en San Juan de Ulúa, pero expresó su deseo de recibirlo en paz. Cuitlahua, trágico sucesor de Moctezuma, en algún momento le dijo con claridad: mi parecer es, gran señor, que no metas en tu casa a quién de ella te eche. El joven guerrero tenía razón. El tlatoani no escuchó y esa decisión le costó la vida. Fue asesinado durante la huida de Cortés y su fuerza armada del palacio de Axayácatl, donde habían sido hospedados a su arribo a Tenochtitlan. Aquel encarnizado combate, donde casi acaban con los invasores europeos, se conoce como la noche triste.

 

De la muerte de Moctezuma II o Motecuhzoma Xocoyotzin nadie se responsabilizó. Unos dicen que fue su pueblo el que lo mató a pedradas, otros que fue un español el que lo asesinó a cuchilladas. Y hay quien dice que se suicidó. Para Eduardo Matos Moctezuma fueron los conquistadores, porque Moctezuma, al haber fracasado en su intento de calmar los ímpetus de su gente, simplemente deja de ser útil a los europeos. La acusación más reiterada recae sobre Pedro de Alvarado, uno de los capitanes más arrojados y crueles al servicio de su majestad.

 

La suerte estaba echada “Àlea iacta est”, Cuitlahua fue nombrado tlatoani mexica, desafortunadamente, fallece a causa de la viruela, enfermedad traida por los invasores que fue mortal para los indígenas. Murieron miles, entre ellos combatientes que van a significar un debilitamiento decisivo de su fuerza militar. Los acontecimientos aceleraron la designación de Cuauhtémoc como huey tlatoani; enfrentó decidido la guerra de conquista, llevó al extremo la resistencia de su ejército y de su pueblo. Trató de huir, pero fue capturado por el capitán García Olguín quien lo llevó ante Hernando Cortés.

 

El 13 de agosto de 1521, los invasores lograron la victoria militar tomando preso al último defensor del dominio mexica, Cuauhtémoc, hijo del tlatoani Ahuítzotl. Este evento decisivo, Cortés lo narró así: “llegóse á mí, y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse á sí y á los suyos hasta venir en aquel estado, que ahora ficiese dél lo que quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase… Y así, preso este señor, luego en ese punto cesó la guerra…”. El último reducto de resistencia mexica fue el mercado de Tlatelolco.

 

Cortés no lo mató en ese momento. Cuauhtémoc muere el martes 28 de febrero de 1525, ahorcado, en el trayecto de la expedición a las Hibueras, lo que actualmente es Honduras. Junto con él, también murió Tetlepanquétzal, señor de Tacuba. Por cierto, existe un debate sobre la frase que se atribuye a Cuauhtémoc cuando lo estaban torturando para saber dónde estaba el oro; algunos autores citan que en realidad dijo: «¿acaso estoy yo en un deleite o baño?». En 1928, Enrique Santibáñez, transformó la frase en «¿Acaso estoy en un lecho de flores?». Para 1933, José Vasconcelos introdujo la versión que hoy se maneja: «¿Estoy yo acaso en un lecho de rosas?». Así las cosas del pasado que compartimos.

 
 
 

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Por: Juan Gabriel González Cruz

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