
POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
Luego del fallo del jurado que declaró culpable al señor Genaro García Luna, en México se expresaron todo tipo de versiones sobre la actuación del exsecretario de Seguridad Pública en el sexenio del presidente Felipe Calderón; mismo que también fue el creador y director de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) durante el gobierno de la alternancia política en México de 2000 a 2006, encabezado por doña Martita y don Vicente.
Por una casualidad a la mexicana, el primer proyecto presentado a la señora Sahagún fue el del Licenciado Juan Pablo de Tavira Noriega. Extrañamente, el 21 de noviembre de 2000, el abogado De Tavira, exdirector de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación durante el sexenio del presidente Salinas y primer director del penal de máxima seguridad de Almoloya, (La Palma-Altiplano) fue asesinado al interior del restaurante del Centro de Extensión Universitaria de la máxima casa de estudios del estado de Hidalgo.
Los hechos ocurrieron antes de la toma de posesión del presidente Vicente Fox. En agosto, Juan Pablo de Tavira se había reunido con Marta Sahagún y luego con el presidente electo a los que presentó un plan integral sobre el sistema penitenciario. Su hija, la protagonista de la película “Roma”, Marina de Tavira, recuerda que “el 21 de noviembre es mi cumpleaños y es el mismo día que murió mi papá”.
El asesinato del Licenciado de Tavira puede ser un hecho aislado, pero es justo cuando se consolida la cercanía de Genaro con los dos sexenios panistas, llamados de la alternancia política. Desde ese acontecimiento no hizo más que crecer, no hubo crítica ni comentario —fundado o no— que afectara sus vínculos con los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón. ¡Ahí se jodió México Zavalita! Esa complicidad ha provocado miles y miles de muertes y otros tantos miles de desaparecidos.
Entre la jerarquía militar, las relaciones del funcionario con la delincuencia organizada formaban parte de sus investigaciones, pero entre ellos existe el principio de aceptación acrítica de las órdenes; eso fue suficiente para que la información sobre el superpolicía se quedara en los gabinetes donde, seguramente, sigue. El mando militar solo hace lo que el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas instruye. Y ese comandante fueron Vicente Fox y Felipe Calderón.
Es altamente probable que en junio próximo, Genaro García Luna decida convertirse en testigo colaborador para librar la cadena perpetua y entonces, ¡agárrense! Ya no será relevante lo que pueda decir sobre los vínculos de policías, políticos, artístas o empresarios con los grupos de la delincuencia organizada. La moneda de cambio será entregar información de ahí hacia arriba y hacia arriba solo que quedan el presidente Fox y el presidente Calderón.
Tal vez, también decida aportar información para esclarecer la muerte trágica de Juan Camilo Mouriño y del secretario de Seguridad Pública Federal, Ramón Martín Huerta. El telón apenas se ha levantado; el costo electoral para el PAN está por venir. Declaraciones aisladas y mal hechas, no pueden quitar la responsabilidad que tienen las dos administraciones panistas que cobijaron y toleraron la actuación de García Luna.
Ante tanta impunidad, los ciudadanos ya piden al juez Brian Cogan en México, para que haga justicia. Rechazan que se lleven a los criminales y a los políticos a los penales de alta seguridad en México y a que los juzgue un juez mexicano; lo que piden es que sean llevados a la Corte Federal del Distrito Este de New York para que sean condenados por tanto daño hecho a la sociedad mexicana.
Ya no quieren a Gertz, quieren a Cogan como fiscal en México.
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