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Intervencionismo gringo

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    Redacción: La Noticia Es
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura
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POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA:


No es necesario que existan motivos reales para despertar el intervencionismo de los Estados Unidos (EU). Si tienes petroleó, cobre, oro, litio o minas con metales raros encontrarán la escusa más inverosímil o audaz y estarán ahí, agrediendo, intimidando e invadiendo con fuerza militar o con diplomáticos más letales que sus tropas. Los intereses reales, ficticios o los considerados de seguridad nacional están más allá de la simple firma de los convenios o tratados internacionales que firma el gobierno de los EU. Es simple su razonamiento imperial: dije y me desdigo.

Formó y uso a los dictadores que gobernaron a los países centro y latinoamericanos. Estos personajes masacraron a sus naciones, reprimieron y desaparecieron a todo movimiento social-democrático que quisiera pelear por el más mínimo derecho a vivir mejor. Campesinos, obreros, estudiantes, incluso líderes religiosos fueron sometidos y, más de las veces, desaparecidos. No había defensa para quienes se atrevían a desafiar al estado de brutalidad llamada gobierno en sus países. La ONU, la OEA y cualquier otro organismo mediador no tenían —y siguen sin tener— el peso para intervenir y detener los abusos de los políticos norteamericanos.

Si había que endeudar a las naciones llamadas tercermundistas, si había que detonar conflictos armados y vender armas a los bandos en disputa simplemente se hacía. El mercado no quiere ni antes ni ahora demócratas, quiere consumidores y los gobernantes estadounidenses se aplican a fondo. Su instrumento legitimador siempre han sido los medios de comunicación sobre los que tienen control absoluto. Según esos mecanismos de comunicación Fidel Castro, el icónico gobernante cubano, líder de la revolución que derrocó al disciplinado y obediente presidente Fulgencio Batista que era el mejor facilitador de los intereses gringos fue un monstruo, un criminal y un dictador aberrante. Lo mismo ocurre con el presidente venezolano Nicolás Maduro o su enemigo favorito después de Castro, el presidente Hugo Chávez.

El pecado cubano fue ser un movimiento y gobierno socialista, dada la época, y aliado de la entonces Unión Soviética, hoy Rusia. Su vínculo con los rusos estuvo a punto de provocar la tercera guerra mundial que hubiera sido nuclear. A este conflicto se llamó la crisis de los misiles. En respuesta, los gringos decretaron un bloqueo económico a Cuba que sigue vigente. Fidel Castro ya murió y el bloqueo sigue. Democracia, derechos humanos, respeto a la libre autodeterminación de los pueblos, para el caso cubano, simplemente son categorías que no existen. Con Venezuela la cosa es más compleja, porque es una nación que tiene petróleo y otros metales de interés para los EU.

En el nuevo escenario geopolítico, el presidente venezolano vive presiones de alto nivel destructivo para su gobierno y el pueblo. La derecha y la ultra-derecha venezolana no funcionaron, no pudieron derrocar al presidente Nicolás Maduro ni lo que representa. Ahora viene la intervención de la CIA a través del presidente Trump. El pretexto favorito es el narcotráfico. Acusar a cualquier gobernante de narco es entrar a la categoría de terrorista y eso motiva la acción intervencionista de los norteamericanos.

Sin llegar a ese nivel de amenazas, México vive presiones de los EU por aparentes vínculos de políticos con carteles de la droga. Los mejores promotores propagandísticos en el país son los opositores a todo lo que representa la 4T. Para ellos, no importan las agresiones al país mientras destruyan a su odiado adversario. La confrontación apenas empieza, las presiones van a crecer, solo que ya no somos el mismo país que aplaudía a los gringos hasta cuando lo agredía. La presidenta cuenta con un aliado poderoso a su lado: el pueblo de México.


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Por: Juan Gabriel González Cruz

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