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Las militancias apoyan la reforma

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    Redacción: La Noticia Es
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura
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POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA:


Sea cual sea el proyecto de reforma política que envíe la presidenta del país, Claudia Sheinbaum Pardo, será aplaudida por las militancias que han padecido a sus partidos y cuadros dirigentes. Si se reducen las curules plurinominales o desaparecen los beneficiados serán ellos, los de la base militante. Cansados de ver siempre a los mismos, de padecer las injusticias en cada designación de candidatos; de ver en el caso del PAN, a los de siempre en todas las elecciones, a las mismas familias que se han apoderado del partido abrigarán gustosos la reforma electoral que se avecina.

No tienen para dónde hacerse los controladores del PAN. Existen casos que documentan un listado de hijos, esposas, cuñadas y cuñados y/o los nietos que han ocupado los cargos de síndicos, regidores, legisladores locales o federales bajo la categoría de plurinominales. El “súmate” apoya al partido, a la otra te toca y hasta la exigencia de la diciplina para aceptar lo que ha sido un abuso en contra de los cuadros militantes. Y, en caso de indisciplina, a la comisión de orden. Para fuera antes que ser escuchado. Ese principio de control en el PAN nace desde los comités municipales hasta los comités estatales y nacional. Ahí se impone esa élite que históricamente ha ocupado los espacios plurinominales. Y no lo han hecho una vez, bueno fuera, existen personajes que es la forma que distingue su militancia. Se han adueñado de las plurinominales como del partido.

En el caso del PRI es un poco lo mismo, pero el partido se estructuró para dar a cada quien un espacio de representación política o de poder que daba solidez a sus estructuras militantes. Su división en sectores otorgaba cierta equidad a las distintas militancias obreras, campesinas, populares, incluso, empresariales. Desde el gobierno municipal, estatal o federal se encargaban que cada sector recibiera espacios para mantener el equilibrio y la unidad del partido. El PRI era el partido ganador y había que aceptar las reglas para no quedar fuera de la repartición o de los beneficios de una militancia leal, ya fuera por recibir placas para taxis hasta ser beneficiado de las tarjetas de la lechería o las despensas.

Los otros partidos menores no tenían interés por crecer en su base militante, simplemente buscan o buscaban líderes para hacerlos candidatos a todo, ganar lo que se pudiera por la vía plurinominal, pero eso sí, conservar el registro como partido para recibir dinero a manos llenas sin tener que comprobar casi nada y tener acceso a las plurinominales para sus más allegados. Luego decidieron sumarse a una coalición, negociar y esperar a que pase la elección del acuerdo y sentarse a disfrutar los espacios recibidos, regalados o del menor esfuerzo y ya. A disfrutar de lo pactado que bien ganado estaba.

Pero se les acabó, viene una reforma político-electoral que va a desaparecer ese régimen de partidos para dar paso a la construcción de otro. Ahí cobra relevancia la militancia de base. Es probable que el desquite de la militancia sumisa y obediente se materialice contra aquellos que han sido sus abusadores. Si tienen que ganar votos para acceder a los cargos públicos de elección popular no hay de otra que recurrir y valorar a los líderes comunitarios. Ya no podrán llevarse el paquete completo. Su disyuntiva estará entre conservar al partido o acceder a las plurinominales, pero no las dos, como hasta ahora.

Es grotesco el reparto de los espacios plurinominales y las dirigencias, ahora sirven hasta como amparo para no ir a la cárcel. Esas figuras tienen los días contados.


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Por: Juan Gabriel González Cruz

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