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Marchar al Zócalo ¿Cómo entenderlo?

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    Redacción: La Noticia Es
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POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA:


Establecido el virreinato de la Nueva España empezó a constituirse una nueva nación que, con el tiempo, se llamaría México. País que será declarado independiente de la corona española, que intentó por todos los medios, conservar aquel territorio con probadas riquezas que habían sostenido sus guerras y alimentado a su población. El natural desgaste de España como potencia y el desarrollo de los pueblos dominados se conjugó para cambiar los equilibrios, tensar las relaciones políticas que derivaron en guerras de independencia, de donde nacieron nuevos estados-nación y potencias emergentes que igualaron la fuerza militar, capacidad económica y alianzas políticas del poder que los tenía subyugados.

No fueron tiempos cortos, pero sí condiciones que se nutrieron de distintos factores de sociedades que nacieron enfrentadas para luego unirse por lengua, costumbres, cultura y religión. Esos movimientos, si bien se definieron en guerras, su origen fue la identidad de causa; una vez que surgieron ya no hubo marcha atrás. Luego de tres siglos de virreinato, llegó la guerra de independencia de 1810-1821 que dio origen al Estado mexicano. La nación constituida pasó por diversos movimientos internos sobre el tipo de Estado y de gobierno que adoptaría, en ningún momento se regresó al dominio del virreinato, los nuevos actores tenían otros intereses imposibles de compartir con los que se habían beneficiado. No eran diferentes en cuanto al sometimiento de las masas, solo que eran otros los dominadores.

Así se mantuvo el país hasta el gobierno del controvertido Porfirio Díaz, su equipo de gobierno conocido como los científicos, familias poderosas, como los Escandón, y los militares siempre listos para someter a los inconformes. A Díaz lo venció la edad, el agotamiento de las formas de control político y el clamor de justicia. Fue inevitable el surgimiento de la revolución mexicana de 1910. En los libros de historia universal al movimiento armado para derrocar a Díaz se conoce como la primera revolución social en el mundo. Su fortaleza y éxito consistió en compartir una causa. Quienes ganaron, con dificultades fueron aprobando reformas constitucionales que fortalecieron la división de poderes, la propiedad originaria de la nación y reformas agrarias, en el papel, de vanguardia.

Después del triunfo de la revolución, la clase política dio paso a lo que se llamó el país de las instituciones al regresar a los militares a los cuarteles como forma de pacificar y lograr la estabilidad social y la continuidad en el desarrollo nacional. Así vivimos por largas décadas, se normalizó el sometimiento popular a través de mecanismo de inclusión de diversos sectores en la repartición del poder público. El PRI y el presidente del país eran los garantes de todo hasta que en 1987-88 las diferencias motivaron un rompimiento en la unidad de la familia revolucionaria. El sistema político quiso auto-regularse a través de un proceso de apertura política. Lo logró bajo una alternancia con el PAN, sin modificar de fondo al régimen político. La pobreza solo se abordaba en la demagogia del discurso oficial.

Fue un asunto de tiempo para que surgiera un movimiento con tal dimensión que derrumbó al modelo surgido en la revolución mexicana. Los pobres y los marginados asumieron como suya las causas de lucha política de un líder de izquierda, llamado así no por socialista, simplemente porque enfrentó a quienes eran los dueños de la riqueza nacional a costa de la exclusión de millones de mexicanos. El movimiento social los venció, pero esta vez significó un rompimiento con ellos. Seguramente son otros los grupos dominantes, pero ahora el pueblo está entre los triunfadores; listo para apoyar a su lideresa: la presidenta.

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Por: Juan Gabriel González Cruz

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