POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
Sí, así es; el peor adversario de Morena es el exceso de confianza, el exceso de protagonismo de algunos de sus líderes más visibles, el exceso de creer que pueden solos y el exceso de personas que solo hacen bola, pero nada aportan. Morena es el partido a vencer —aunque suene ilógico, porque no está en poder del gobierno estatal— pero corre el riesgo de tener muchos generales y pocos apaches.
Morena está rodeado de protagonismos de distintos tamaños, todos reclaman su derecho a estar cerca de la candidata, de figurar en el templete, que los vea, sacarse la foto para subirla al Facebook y decir: aquí estoy, ¡póngame en la lista de las próximas candidaturas, yo apoyé, ahí estuve y me la merezco!
Mientras la militancia, la base, los simpatizantes que son los que promueven el voto se quedan abajo; los miran haciendo bola, sin más reconocimiento que la esperanza de ganar, aunque no ganen nada. El fenómeno de AMLO, del Peje, fue al revés, primero la cercanía con la militancia y los simpatizantes. Así creció de manera sorprendente y avasalladora. Caminó y sigue caminando al lado de sus seguidores.
El flanco débil de Morena es el sur y norte del estado, en esos municipios y distritos electorales, considerados de corte rural, su adversario sabe operar y obtener una increíble cantidad de votos, votaciones superiores al sesenta por ciento. El llamado voto verde ha dado a su oponente, al menos, dos gubernaturas, una de ellas la de 2017. En aquel proceso electoral, Morena ganó en las zonas urbanas, pero descuidó las secciones rurales y ahí cimentó su derrota.
Una clara ventaja que tiene su adversario es que cuenta con un programa social de amplio espectro para la movilización del voto; los morenos tienen más programas federales, pero no saben cómo materializarlos.
En las elecciones de 2021, una decisión que afectó significativamente el resultado electoral en los municipios ganados en el corredor azul fue la instrucción de imponer a los representantes de casilla desde el centro. Ahí se perdió toda la operatividad local. Simplemente no llegaron a la casilla o se fueron a las dos de la tarde, dejando en total indefensión a los candidatos del partido. Repetir esa medida puede costar la derrota a la candidata morenista. Morena estatal tiene que generar sus propios cuadros para que sean sus representantes en las mesas directivas de casilla. Están compitiendo en el Estado de México, aquí no se puede simular ni creer en brillantes ideas de escritorio.
Desde ahora, es bueno saber que sus aliados (el Verde y el PT) no tienen ninguna posibilidad de llenar el más mínimo porcentaje de representantes, en consecuencia, Morena tiene que ocupar esos espacios o los pierde. En el 2021, conozco un caso en donde no permitieron llenar esos espacios con simpatizantes o militantes de Morena y tampoco los llenaron con sus militancias. De empezar la elección con veintiséis mil votos en favor, prácticamente se inició en cero. Mientras los adversarios iniciaron con todos sus presentantes en cada casilla: unos eran del PAN, otros del PRI y algunos del PRD. De los aliados de Morena: puro cuento.
Una ventaja que acompaña a la candidata de Morena, y esa puede ser la causa que este generando el exceso de confianza, es el lopezobradorismo. Si lo cuidan, si lo calculan bien, será su fuente generadora de votos; pero vale considerar que eso es importante, pero no suficiente. El coordinador de campaña está obligado a dar tareas a todos, que se ocupen para que no estorben. Morena no requiere aplaudidores, le urgen operadores.
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