POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
Algunos expertos en temas de narcotráfico y de seguridad dirán que el país enfrenta el peligro del efecto cucaracha; otros cambiarán el enunciado por decir que estamos padeciendo los problemas derivados del efecto globo. En el fondo, ambos calificativos señalan la forma de moverse de los grupos criminales. En algunas ocasiones su movilidad se debe a la presión que las autoridades ejercen sobre ellos; en otras, por la lucha interna por ganar espacios que quedan libres, por muerte o detención de los que la operaban, incumplimiento de acuerdos criminales o porque es necesario arrebatar el espacio al grupo rival. En realidad, las variables que generan la movilidad del crimen organizado son diversas y todas están encaminadas a garantizar la rentabilidad del negocio.
La presidenta de la república, Claudia Sheinbaum Pardo, ha puesto en operación una estrategia que está quitando las bases de soporte a la delincuencia organizada en el país. A dos meses de su operación han detenido a delincuentes clave de los grupos de narcotraficantes, incautado grandes cantidades de droga, asegurado centros de operación y distribución de sustancias ilegales y, en algunas entidades, han sido detenidas autoridades civiles vinculadas con actos presuntamente criminales.
Algunos de los críticos del segundo piso de la cuarta transformación han dicho que las acciones en materia de seguridad y combate al crimen organizado se debe a la proximidad de las negociaciones comerciales de México, con Estados Unidos y Canadá; otros más dicen que se acabó la estrategia de “abrazos y no balazos”. No es extraño que esto ocurra, en la política eso es el pan de cada día. Sin embargo, ese es el tamaño de la visión de la clase política opositora al gobierno. Apuestan al fracaso de la presidenta para tener posibilidades de ganar en próximas elecciones.
En el caso de la derecha, su meta es romper la mayoría a la presidenta Sheinbaum para evitar la aprobación de las reformas constitucionales, que fortalezcan el Estado de bienestar que tiene como programa rector de gobierno. En el peor de los casos, su anhelo es llevar a negociación las modificaciones constitucionales como era en el pasado, en el tiempo de los moches y la impunidad. Por lo pronto no tienen esa posibilidad, son minoría en ambas cámaras legislativas y, pronto, parece que no tendrán bajo su dominio al Poder Judicial. ¡Qué tiempos aquellos! Tenían de todo, como en botica.
En el fondo, el gobierno federal continuará enfrentando las críticas orquestadas desde los medios de comunicación y esto seguirá ocurriendo en dos vías: la primera, darán seguimiento a las acciones del combate a la delincuencia organizada, enfatizando en los errores, saldos negativos, masacres, pérdida de vidas civiles, militares, de marinos o de miembros de la guardia nacional. No es casualidad que todos los días los medios arranquen o enfaticen su programación con actos de violencia en entidades como Sinaloa o Querétaro.
En un segundo plano, seguirán con estrategias de desgaste a la imagen del gobierno como barra de propaganda política. Ahora las pueden ampliar a los gobiernos estatales gobernados por Morena y a los gobiernos municipales que encabeza también el partido guinda. Es decir, no maduran, no proponen, no luchan con ideas para resolver los problemas del país, lo que quieren es de regreso el poder que perdieron, volver a tener en sus manos al Poder Ejecutivo y ser dueños de México, en especial de su riqueza, de los recursos públicos, de las licitaciones y concesiones públicas.
La ventaja que tiene la presidenta es que puede desplegar su estrategia en alianza con los gobiernos estatales y municipales de Morena. Esa es su fortaleza.
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