2024. La serie...
- Redacción: La Noticia Es
- hace 3 días
- 3 Min. de lectura

POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
Mientras el foxismo se refugiaba en declaraciones absurdas para contener la crítica, el pragmatismo delincuencial avanzó en el ámbito de los procesos electorales. El narcotráfico se transformó en un factor inherente al funcionamiento político del país. Influyeron en la designación (imposición) de candidatos, en quién gobierna, cómo lo hace y en definir los términos del acuerdo. Para Luis Jorge Garay y Eduardo Saucedo: No hay duda que, cooptando a la clase política, los narcos pueden obtener el favor de la ley, lo cual es, tal vez, el logro más anhelado por cualquier narcotraficante.
Si la alternancia significó un problema estructural en el combate a la delincuencia organizada, el complemento del desastre fue la designación del funcionario encargado de combatirla. El punto de quiebre sobre la nueva relación y el combate a los grupos de narcotraficantes lo formalizó el presidente Vicente Fox Quesada cuando nombró a Genaro García Luna como Coordinador de Inteligencia para la Prevención de la Policía Federal Preventiva (PFP) creada en 1999 por el presidente Zedillo, para luego encargarle la creación de la Agencia Federal de Investigación (AFI) en 2001 cuyas funciones eran, de acuerdo con Manaut Benítez y Sergio Aguayo, “apoyar la investigación y persecución del delito, principalmente de aquellos contra la salud (narcotráfico), la privación ilegal de la libertad (secuestro), el tráfico de armas y la persecución de grupos delictivos de alto impacto (delincuencia organizada)”.
Fue el foxismo quien impulsó al hombre fuerte de la seguridad en el país. Su poder duró dos sexenios; doce años de impunidad como desgracia nacional. Para Olga Wornat: Genaro García Luna tenía un poder unívoco y la protección del presidente, pero la corrupción generalizada adentro de la fuerza que dirigía era motivo de conversaciones en las agencias de inteligencia que monitoreaban la guerra contras las drogas”.
Desde antes de la toma de posesión del presidente Fox, el hombre que encabezaría la lucha contra los narcotraficantes supo ganarse la confianza y complicidad de la vocera del presidente electo, que luego, sería su esposa, Marta Sahagún y de los inquietos hijos de esta mujer que sorprendio a todos por su ambición y protegonsimo por encima del propio presidente Fox. Según Francisco Cruz: “Ella era el verdadero poder en la residencia presidencial”. El binomio fue indisoluble. En aquella época, el director de la AFI, García Luna, “visitaba frecuentemente a la primera dama en Los Pinos porque, dicen, le llevaba muy buenos regalos que transportaba en maletas. De acuerdo con Anabel Hernández: aparentemente no se trataba de lotes de joyas, como los que regalaba Olegario Vázquez Raña, si no dinero proveniente del narcotráfico.
Además de señalamientos de dinero ilícito enviado por grupos criminales, que se dice era entregado por el propio titular de la AFI, también se rumoró sobre un supuesto apoyó a los hijos de la pareja presidencial. Según lo investigó Anabel Hernández: ayudó a Manuel Bribiesca, el hijo descarriado de Marta, a lavar dinero sucio a través de las empresas que había comenzado a montar en paralelo a la función pública y cubrió las tropelías de Rodrigo Fox, hijo menor de Vicente Fox, involucrado en tráfico de drogas. Los señalamientos de tráfico de influencias hacia Marta Sahagún de Fox estuvieron presentes a lo largo del sexenio, hubo quien la comparó con una “máquina de extorsión que le pedía dinero a todo el mundo”.
De hecho, la detención y condena de García Luna emitida por un juez en los Estados Unidos es parte de la madeja que todavía hace falta desenrredar. Recientemente, junto con su esposa, fueron condenados a pagar al Estado mexicano más de 2,488 millones de dólares.
Continuará…
留言