Platos rotos
- Redacción: La Noticia Es

- hace 2 días
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POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA:
Es parte de la normalidad democrática pagar algún costo derivado de las negociaciones políticas que contribuyen a ganar elecciones, sacar adelante una reforma constitucional o cualquier acuerdo fundamental para la continuidad del gobierno en turno. El asunto es que unos son caros en cuanto a lo que se da a cambio y otros tienen efectos de desgaste permanentes que hace ver que se paga mucho por tan poco apoyo. Sin embargo, existen alternativas para hacer la suma y decir hasta aquí, ya estamos a mano.
En el caso de Morena, sus gobiernos estatales y el gobierno federal sus opciones futuras se reducen a dos factores que pueden favorecer o condicionar la continuidad. El primero es conservar lo que ya ganó que, básicamente, es lo esperado; y el otro es perder parte del triunfo en función de sanciones de los electores a partir de la percepción de sus gobernantes. El parecer del elector puede cambiar, de acuerdo a la realidad sobre la que tiene que decir su voto. Si a los ciudadanos les parece que el gobierno federal lo está haciendo bien, existe un alto porcentaje que voten en favor de los candidatos a diputados federales del morenismo. También existe el caso donde la percepción del gobierno local sea negativa y ahí el voto puede ser en contra, aun teniendo una opinión favorable a la presidenta.
En algún momento el elector puede decidir no votar y abstenerse. El voto también puede tener variaciones sí, a pesar de una buena sanción a los gobiernos federal y estatales, los candidatos no son los convenientes o adecuados. Esto puede ser más complejo cuando se hacen alianzas o coaliciones donde el aliado pone lo peor que tiene como candidatos y se tienen que aceptar y hacerlos ganar, porque forman parte de una alianza que pretende ser ganadora. Es malo, tiene mala reputación, pero suma votos. Los costos por este tipo de triunfos son altos y se tienen que tolerar; una vez ganando pasan a otra etapa de la alianza. Ya no son solo aliados electorales, ya en el cargo, son aliados para gobernar.
El pago de facturas lo hizo Morena a sus aliados en las elecciones presidenciales y legislativas de 2024, esas mismas figuras políticas apuestan a la continuidad en las elecciones intermedias de 2027. Para ellos, no son limitantes sus escándalos, conductas contrarias a la ley o señalamientos de estar vinculados con personajes impresentables. Con habilidad se han vinculado a figuras políticas del primer nivel del movimiento de la Cuarta Transformación (4T) como protección y para hacerse necesarios en nuevos acuerdos.
Algunos gobernadores han hecho de todo para continuar en el poder o influyendo en él una vez que dejen el cargo. El extremo ha sido la aprobación de la Ley Esposa en San Luis Potosí. La misma reforma puede ser aplicada a otras realidades estatales. Esto ya ocurre en los gobiernos municipales, al menos seguirá aplicando en las elecciones de ayuntamientos de 2027. Esta es una nueva forma de influir en la percepción de los ciudadanos al momento de ejercer su voto. El hecho de poner a la esposa o al esposo puede ser una acción que desmotive o canse a los electores que puede limitarse a decir ¡Y no le pierden!
El gobernador dice que su esposa es la mejor posesionada, que es la mejor candidata para ganar las elecciones estatales. Y puede ser, como ocurre en realidades municipales, se hace trabajo político para que sea el esposo o la esposa. Ante estas pretensiones la dirigencia nacional de Morena tiene que tomar decisiones antes que avancen, tardarse no es opción.






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