
POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
La guerra de Israel contra Palestina y la guerra de Ucrania contra Rusia son señales que el mundo vive momentos de tensión. Todo lo ocurrido durante la segunda guerra mundial, sus acuerdos, organizaciones multilaterales y el control de la economía global como botín del ganador han quedado superados; ya no tienen el peso para garantizar la paz y resolver conflictos armados internacionales entre países miembros o de estos contra otras naciones beligerantes.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) carecen de poder real para intervenir y hacer valer su función mediadora. Los Estados Unidos (E.E.U.U.) e Israel son países que hacen lo que quieren, ante la impotencia o complicidad de ambos organismos. E.E.U.U. y los países miembros de la OTAN son quienes pelean una guerra contra Rusia en territorio de Ucrania. Ellos ponen las armas y el financiamiento para la guerra, los ucranianos ponen los muertos y la destrucción de su nación.
Quienes están muriendo son miles y miles de jóvenes ucranianos que pelean valerosamente contra algo que ellos no provocaron y que, antes de iniciar el enfrentamiento armado, lo tenían perdido. Europa es rehén de los E.E.U.U., el precio de su sumisión lo pagarán pronto. En lo inmediato, ya están sufriendo el costo de la legitimidad; carecen de ella, los gobiernos están dominados por intereses empresariales, por los señores de la guerra, pero están perdiendo a sus pueblos. Así no van a permanecer al frente de sus naciones, terminarán por gobernar en el vacío, con economías destruidas y con la amenaza de entrar a una guerra sin capacidad tecnológica para combatir ante una potencia militar como es la federación rusa.
Viene el invierno y si antes pagaban precios altos a Rusia por el gas para mitigar el frío, ahora pagarán más, pero a los E.E.U.U. que gana por todos los frentes. Vende armas que tiene en el armario de cosas antiguas, es equipamiento militar obsoleto. Condiciona el apoyo económico y determina el plan de acciones para continuar la guerra contra Rusia. Ellos, la nación europea, solo siguen las instrucciones, incluidos Alemania y Francia. Pero E.E.U.U. e Inglaterra cruzaron la línea que no debían. Dieron armas de largo alcance y alta precisión al ejército ucraniano y lo lanzaron contra territorio de la federación rusa, sin alcanzar los objetivos planeados.
Eso hace de la guerra entre Ucrania y Rusia un conflicto global. Putin respondió de manera contundente. Partió del principio que son armas con tecnología de los E.E.U.U y de países miembros de la OTAN que fueron enviadas para atacar territorio ruso. En respuesta, lanzó un misil de alcance medio, nunca antes visto: el Oreshnik, sin ojivas nucleares, un arma letal hipersónica, que tiene la capacidad de cargar múltiples cabezas independientes. Cruzó el espacio ucraniano abriendo el cielo, imposible de detener. Este misil vuela a la velocidad de mach 10, es decir, diez veces la velocidad del sonido, más o menos, once mil kilómetros por hora o tres kilómetros por segundo. Hasta ahora, los misiles conocidos volaban a mach 5.
Putin se siente con derecho de usar este tipo armas y advirtió que sus nuevos objetivos se definirán en función de las acciones y amenazas a la seguridad de Rusia. Fue directo: “Responderemos de manera decisiva y recíproca”. Nadie puede parar ese tipo de armas; los sistemas antiaéreos existentes ni los que está colocando E.E.U.U. en toda Europa pueden interceptar este tipo de misiles.
No es la tercera guerra mundial, pero se le parece. Europa tiembla de miedo y la OTAN, en los hechos, ha desaparecido.
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